Ayer me gritaron soñador. Que simplemente era un soñador que no llevaba nada a la práctica, que no hacía nada para cambiar; que solo seguía utopías.
Esto me puso a pensar y a preguntarme ¿hacia dónde me lleva mi utopísmo? ¿Cuál es la meta de mis metas inalcanzables o mis deseos lejanos o mis soluciones imposibles para mí y la humanidad? Y simplemente pude recordar que soy un caminante, que constantemente esta en el camino. Creciendo y excitándome en el. Y recordé las palabras de Galeano: "La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar", para ir a adelante, para crecer, mejorar. Para alcanzar metas y no quedarme en ellas. Para persistir en existir, en estar y hacer para eso es mi idealismo utópico, para eso es mi deseo de una comunidad humana, para eso soy un idealista utópico: para encontrar caminos que seguir, y si estos no existen, crearlos para continuar – parafraseando a Aníbal. Por que "Los hombres no necesitan ser perfectos para ser libres, sólo necesitan ser libres" (Arancibia) y "La libertad no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres" (Azaña); y considero que mi camino utópico tiene como horizonte esa meta, ser libre, ser hombre: ser un hombre unificado. Por esto me gusta tener como brújula algunas palabras de Goodman, "Vive como tu corazón te diga que la vida debe vivirse y, mediante esta simple intensificación de la confianza, el mundo se volverá más acogedor, se volverá un lugar en donde un comportamiento así será verdaderamente posible." Así el “mundo es un lugar para cada uno de nosotros, a nuestra medida, si somos honestos y contamos con lo que nos rodea”.
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